Ello se debe a que, en ciertas épocas, los huevos fueron considerados carne, por lo que no se podían comer durante la Cuaresma, aunque las gallinas, como es natural, seguían poniendo.
Los huevos se conservaban cocidos y se consumían después de la Pascua. De ahí los hornazos y otras muchas costumbres, en torno a esta fecha, en las que se incluye el huevo duro (huevos pintados, cocas del Levante español, Monas de Pascua...)